Ha vuelto a suceder. Tiempo Perdido. Mi jefe me cito en su oficina, para hablar... Yo no quería hablar, qué podía decir... que me estaba volviendo loco, que todo iba a estar bien, que mi terapeuta no consideraba que fuera peligroso... Seguramente la perra de Marta le contó lo del otro día, espero que no me denuncien por acoso sexual, lo único que falta... La Perra siempre usa esos escotes, como precipicios traicioneros y, tal vez sólo me distraje; fue un Tiempo Perdido muy breve, pero cuando reaccioné ella tenía una cara... espero no haber hablado...
Y con mi jefe también. Entre en la oficina (Tiempo Perdido) salí de la oficina. Ni idea qué pasó ahí dentro. Blanco (o negro) total. ¿Me habrían despedido? ¿Estaría mi jefe despatarrado en su silla, la lengua afuera, ahorcado en su fina corbata italiana?
Volví a mi computadora y fingí que no había pasado nada. Mucho después, mi jefe pasó por el pasillo y respiré un poco: por lo menos estaba vivo.
Mañana tengo terapia, llevaré el diario. Por lo menos tengo una Cosa Inquietante para contar.
¡¿Tu blog hace música o yo también me estoy volviendo loco?!
ResponderEliminarPrimero: No deberías haber leído Matadero Cinco. ¿Todo esto te pasa desde antes o después de haberlo leído?
¿Alguna vez estuviste en Trafalmadore?
Yo creo que sí, pero no estoy seguro. Y de pareja, en el zoo, me pusieron a un gorila macho, los muy ignorantes.
Espero que sigas... ¿bien?
¡Saludos!